viernes, 10 de enero de 2014

Dubrovnik y las gominolas de colores

Siempre me he imaginado el cerebro como una bolsa esponjosa llena de gominolas de todos los colores. Nacen dispersas en el espacio y luego se van juntando. Cuando las ideas están inconexas se vuelven a dispersar y luego cuando empieza  el orden en la cabeza ellas se colocan juntas por colores y  formas. Se unen todos los peces rojos, todas las estrellas amarillas y todos los ositos verdes. Cuando me mojaba la cabeza en agua fría más de diez minutos sentía como las gominolas se me iban juntando e incluso pegándoseme unas con otras como un gran puzzle. En ese momento veía cada idea en su sitio. Pero es tan frágil este rompecabezas que, a veces, dura únicamente unos minutos. Si tuviera que definir mi cerebro en este momento sería un burdel de gominolas moviéndose, dando vueltas y riéndose en ese caos perpétuo del orden que yo les deseaba imponer.

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